De Beethoven y el jazz libre a la música pop electrónica

by | 14 de diciembre de 2020 | Publicaciones de fans

A los 15 años gané mi primer dinero como músico en una banda de covers que tocaba temas de “Earth Wind and Fire” y “Chicago”. A los 19 años comencé una carrera de 20 años como músico de free jazz con el sello FMP en Berlín.

Debido a diversas irritaciones derivadas de una infancia confusa de la generación de la posguerra, no pude encontrar confianza en mi voz interior y emocional y, al mismo tiempo, realicé estudios simbólicos de alemán y musicología. Cuando el trabajo musical se me fue de las manos, decidí hacer de la música mi profesión y empezar a estudiar en la Academia de Música Folkwang. Un título clásico en trompeta orquestal parecía la mejor opción.

Sin embargo, trabajar en varias orquestas sinfónicas no me preparó para este trabajo. El pop, el jazz y la nueva música se adaptaban más a mi curiosidad. Como trompetista bien entrenado y muy variable, me convertí en un cotizado freelance en la escena musical internacional. La desconfianza en la voz interior y el camino creativo me hizo convertirme cada vez más en un trompetista, hasta que la pasión cedió por completo al pensamiento materialista del éxito.

En los últimos 5 años de esta primera carrera musical, hice alrededor de 300 conciertos al año con conjuntos conocidos como „Musique Vivante“, „Ensemble Modern“, „Starlight Express“, „Schauspielhaus Bochum,“ „Theatre Chaillot“ y muchos otros. Luego colapsé debido al exceso de trabajo, y después de una rehabilitación volví a capacitarme como tecnólogo de la información porque no podía y no quería escuchar más música.

La jubilación inminente me dio motivos para recapitular mi vida profesional, y no me gustó nada lo que vi. ¿Dónde se habían ido los sueños y las emociones? La vida profesional parecía un caparazón sin valor. Así que volví al principio y reconocí la oportunidad que se le ofrecía a un músico y tecnólogo de la información altamente capacitado en el nuevo mundo de la música con producción de música electrónica. Y lo agarré.

No más compromisos, no más servidumbre, sino vivir emociones que habían sido reprimidas durante años. Sorprendentemente, también desapareció la duda inquisitiva de los últimos años, porque por primera vez en mi vida me gustó mi trabajo de manera integral. Fue un feliz regreso del niño interior. ¡Qué milagrosa coincidencia a una edad avanzada!

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